Estaba loca, joder, estaba loca. Tenía en su cabeza una locura preciosa. ¿Cómo no iba a perder la puta razón por ella? (Elvira Sastre)

Nov 30, 2013

Las jacarandas y yo.

La instrucción fue escribir un artículo periodístico sobre cualquier tema. Como siempre, dejé pasar el tiempo, murmurando cosas como que eso era demasiado sencillo. Claro que el artículo no era lo único que debía entregar, pero me interesaba causar una buena impresión a mi maestro, escritor de profesión.Un día antes de la fecha de entrega me di cuenta de que no era tan fácil como creí, ¿cómo decidir sobre qué escribir? Mi hoja estaba en blanco, lo mismo que mi cabeza. Di vueltas por toda la casa, jugué videojuegos, leí fragmentos de libros, esperando que de pronto me llegara la inspiración. Eran cerca de las 12:00 am y no tenía nada. Decidí rendirme. Sabía que podía escribir sobre cualquier cosa con tal de cumplir, pero sabía que sea lo que sea que escribiera, sería hecho a la mala, y en cuanto a las cosas que me importan, soy un poco perfeccionista. Entonces miré aquella playera autografiada por la banda de rock preferida de mi amiga (que dormía en la parte de arriba de la litera) y recordé algo. Y comencé. Esto fue lo que entregué a mi maestro, y por lo que obtuve una buena nota.


Siempre me ha gustado mucho viajar, mirar por la ventana y apreciar el horizonte. Fue así como las vi. En cuanto pude pregunté a las personas su nombre y nadie supo responderme. Y me sentí triste, no sé si su desinterés se debía a la costumbre de verlas todos los días o es que definitivamente la gente no sabe apreciar la naturaleza que les rodea; pero algunos intentos más tarde lo supe: jacarandas.
Después del invierno, largo o corto, gris o soleado, llega la primavera con su explosión de aromas y de colores. Es el tiempo de disfrutar desde las florecillas silvestres hasta los vistosos árboles que adornan las calles y avenidas. Uno de estos grandes árboles es la jacaranda, que destaca por sus flores de color violeta o morado-azul, en forma de trompetitas, y ofrece su alegría en esta época del año. Su floración inicia entre marzo y abril, y puede durar con su singular colorido hasta el verano. siempre atrayendo a los inquietos colibríes y a las alegres mariposas.
Aquella vez llegué a la ciudad de México y quedé perdidamente enamorada de su belleza desde que las vislumbre a lo lejos. Mi autobús se adentraba a la ciudad y ellas estaban ahí, abanicando un hola, murmurando al mismo tiempo un adiós. Tan altas y fuertes, con sus hojas de confeti y sus flores de color lila lloviendo sobre el suelo, formando una especie de alfombra en banquetas y calles. Esa misma tarde, mientras caminaba hacia el hotel en el que me hospedaba, un completo desconocido me contó la leyenda de la jacaranda. De acuerdo con ella, se debe pedir un deseo al pasar por debajo del árbol; si una de sus flores cae sobre la cabeza, el deseo se hará realidad. La historia me pareció totalmente fantasiosa, pero al mismo tiempo tenía curiosidad sobre una cosa: ¿en algún momento, en mi corta estadía en aquella ciudad, me había caído una flor de jacaranda en la cabeza?
A partir de entonces anhelé tener una cerca de mi hogar. No para usar sus flores como instrumento mágico para cumplir mis deseos, no. Yo quiero una enorme jacaranda en el patio de mi casa, cerca de mi ventana, que alegre mis ojos al despertar cada mañana y coloree mis días, así como coloreaba allí el gris monótono y aburrido de los edificios. Una jacaranda para pasar el tiempo barriendo sus suaves flores o leyendo bajo su sombra.
Cabe decir una última cosa, en el supuesto caso de que a alguien le haya caído una flor de jacarando sobre la cabeza: la leyenda prohíbe contarles a los demás tus deseos; éstos sólo nos pertenecen a nosotros mismo, y al árbol, por supuesto.

Nov 29, 2013

Recuerda, Noviembre.

No está lloviendo, esperaba que la lluvia fuera tu forma de decirme adiós. Hace frío, allá afuera sopla el viento, agita los árboles, los despoja de sus hojas. Decido salir a apreciar tanta belleza gris, pero mamá me regaña, dice que me voy a pescar un resfriado.
Entro a casa, sólo para evitarle un disgusto mayor, pero enseguida percibo que afuera es el mejor lugar para mí. A pesar del clima, allá en las calles, lejos de estas cuatro paredes, todo está en calma. Aquí, bajo este techo, dentro de mí, todo es inestable. Mi corazón está encogido, asustado. Siempre me digo a mí misma que pronto olvidaré, que debo dejárselo al tiempo, pero a la vez me da miedo perder mi tiempo y no lograr nada. Da igual. Ahora sólo quiero distraerme.
Enciendo la televisión, busco desesperadamente algo, lo que sea. Por suerte eres el “mes de películas” de ese canal que acostumbro ver así que me quedo ahí. Vaya sorpresa, es una película triste, sobre la muerte.
El celular no ha dejado de sonar desde ya varios minutos, pero no puedo levantarme. Me he derrumbado completamente, han empezado a surgir las lágrimas.
Adiós, Noviembre. Este año no te escribí prácticamente nada. No pienses que te odio, aunque me hayas regalado muchas malas experiencias, aunque me hayas quitado a mi abuelo y a mi mejor amiga, aunque me duelas, aunque provoques que pase la mayor parte de tus treinta días tirada en cama comiendo chocolate, me encantas. Me encanta cada rincón de ti.

Oct 7, 2013

Texto #2

Hoy he llegado temprano a la escuela, sólo unos cuantos minutos antes de la hora de entrada. La he librado. No soy una más de los que se quedan fuera de la clase. Me siento en mi lugar y pongo la música en mis oídos a todo volumen. Eso es. Escapar de la realidad por unos instantes. Quisiera hacerle caso a ella y no tener esta cara ni este humor, pero ya no soy tan buena fingiendo que me encuentro bien cuando me está llevando el carajo. Aunque igual lo sigo intentando.
Quiero ignorar todo, pero la herida empieza a dolerme. La herida que me gané en la mañana por no fijarme por dónde camino. ¡Qué estúpida! Pero no me da vergüenza, al contrario, me da risa. ¿Qué más me queda por hacer si no es reírme de mi torpeza? Mis compañeros me miran extraño. Supongo que no es normal que alguien muestra tanta alegría a esas horas de la mañana. Dicen que seguro me he drogado y comienzan a reírse conmigo.
Poco a poco empieza a llegar más gente. Charlo un rato con algunos, escucho música, y nada. No sé cuánto tiempo ha pasado, pero parece mucho. Me fijo en la hora y me doy cuenta de que ya es demasiado tarde: el maestro no llegará. Perfecto. A pesar de mi gusto por ella, no tenía ganas de empezar mi día tratando de hacer que los elementos del lazo izquierdo de la reacción química sean los mismos que los elementos resultantes del lado derecho. Tampoco tengo ganas de pensar.
Hoy el sol se ha quedado oculto detrás de las inmensas nubes grises y el viento frío hace bailar los árboles de la ciudad. Pero no tengo ganas de nada, ni siquiera de salir a las calles y disfrutar de este clima tan delicioso, pero si no encuentro la manera de arreglar las cosas seguiré sintiéndome perdida.
“Me gustaría que no definiera mi estado de ánimo ni el color de mis días, pero no puedo. No puedo negar lo que ya es un hecho, no puedo revertir lo que ya es irreversible.”



Oct 3, 2013

Texto #1

La mayor parte del tiempo nunca sé qué hacer.
Odio lastimar a las personas, pero suelo ser tan estúpida en estos casos que siempre termino haciéndolo.
Soy una cobarde. Esa es la palabra correcta para describirme. Desearía poder regresar el tiempo y evitar hacer lo que sea que hice para llegar al punto en el que estoy ahora mismo. No es la primera vez que esto sucede, y siempre que sucede, siento estas ganas de no sentir nada, de no sentir atracción por nadie, de no estar enamorada de nadie, porque son cosas complicadas, y creo que yo soy aún más complicada y sólo logro hacer daño, y odio eso. Odio que los demás sufran por mi culpa.
Mierda. Joder. Carajo.

Sep 23, 2013

Notas versus recuerdos

No consigo complementar mis ideas. En determinado momento pasan por mi cabeza, pero solo quedan plasmadas como fugaces notas en el teléfono celular, y de ahí no salen.
En medio de una clase de literatura, la poesía surge. Me obliga a coger lápiz y papel, o si me encuentro sentada en las bancas de atrás, donde es casi imposible que el profesor se percate de mis movimientos, sacar el móvil y agregar una nota más a las miles de notas ya existentes. Notas que se quedan en el baúl de notas olvidadas. Notas que tienen especial significado en el momento en que surgen, pero que quedan inconclusas, y con el tiempo se vuelven notas vacías, sin sentido; tanto que llega un momento en el que, al encontrarlas por casualidad y leerlas te preguntas ¿yo escribí eso? Leerlas después de mucho tiempo les cambia el sentido. Aquellas palabras que un día fluyeron de tu interior, hoy ya no te saben a ti. Ya no te suenan a ti. ¿En verdad yo escribí eso?, te repites. Sabes que sí, ¿quién más podría haberlo hecho? Pero ya no sirve de nada. La razón de su existencia ya no importa lo que importaba aquella vez. ¿Para qué tenerla ocupando espacio? Mejor borrarla. Deshacerse de ella. Olvidar que alguna vez existió y reservar ese nuevo espacio vacío para el futuro.
Vaya, qué fácil: entrar a tus notas de texto, seleccionar unas cuantas y eliminar. ¿Y si fuera igual de sencillo deshacerse de los recuerdos que duelen? 
¡Oh, qué bueno sería!

Aug 9, 2013

Patrañas.

Y bien lo decía yo, era demasiado bueno para ser verdad. ¿En serio creíste, dulce niña, que todo marcharía tan perfecto como al principio, como aquellos días en los que verse y hablar no tenían nada de malo? Pues ya ves que no. Ahora todo se ha complicado, es un maldito desastre. La distancia les separa, y aun algo más difícil que eso, tus padres tienen la maldita idea de que él no es bueno para ti y debes alejarte. Bien, ¿cómo te opones a eso? Tener los 18 años de edad no te permite hacer lo que quieras, como todo el mundo se expresa.
−No pueden prohibirte nada, ya eres mayor de edad.
Patrañas. Mientras sigas viviendo bajo su techo, dependiendo de ellos, debes obedecerles. Lo sabes bien. Y aunque te encuentres desesperada, aunque quieras salir huyendo de toda esta porquería y encontrarte simplemente con sus brazos abiertos, dispuestos a refugiarte, no puedes. No puedes. Porque por mucho que te amarguen los días con sus prohibiciones sin sentido, siguen siendo tus padres.
Yo no sé qué decirte. No soy muy buena en esta clase de situaciones, pero te entiendo. Entiendo la impotencia que sientes. Entiendo tu coraje. Entiendo tu desesperación.
Puedo ver en tus ojos que le quieres, que le quieres en serio, no me equivoco ¿cierto? Pues entonces no te rindas, no dejes que tus padres arruinen algo que por tanto tiempo anhelaste tener y al fin tienes.
No será fácil, por supuesto que no. Será pesado y doloroso. Se necesita mucho valor para sacarse del corazón el montón de reclamos y malas palabras hacia tus padres que tanto has tenido que tragarte por las injusticias que cometen contigo. Pero vamos, al final de cuentas, valdrá la pena, ¿no lo crees? Aunque tu vida esté patas pa’ arriba, le tienes a él. Están juntos. Y es lo que importa. Tuvieron que pasar casi diez años para esto, no puede terminarse en tan poco tiempo… No puede.

Jun 13, 2013

De vuelta a mis brazos abiertos

Un día, un pequeño perrito llegó a mi vida. Era de una tía, pero como se estaba mudando de casa decidió dejarlo en manos de mi familia porque no podía llevárselo con ella. Yo, por supuesto, lo recibí encantada. Ya saben, nunca puedo decirle que no a un perro. Era un labrador y se llamaba Coffee, un nombre muy acorde a su color. Pero solo estuvo dos semanas en casa. Mamá dijo que ya había demasiadas mascotas en casa que alimentar, así que decidió dárselo a una amiga. Lo asombroso es que él nunca se olvidó de mí, como yo pensaba. Cada tarde que iba a practicar béisbol al campo, él llegaba y corría hacia mí, y saltaba a mi alrededor y se paraba en dos patas y me daba un enorme abrazo. Mamá siempre se enojaba, decía que me ensuciaba la ropa, pero a mí eso nunca me ha importado.
Pero un día, Coffee desapareció. La amiga de mi madre dijo que una noche, asustado por el ruido de los juegos pirotécnicos de las fiestas del pueblo, rompió la cerca y escapó, y ya no regresó. Él era vago, pero siempre regresaba a casa, así que deducimos que algo le había pasado, que alguien se lo había robado.
Pasaron un par de semanas, y nunca supimos nada de él. Nos hicimos a la idea de que no volveríamos a verlo, incluso la amiga de mi madre se hizo de otro perro. Pero Coffee apareció. Mamá lo vio vagando por las calles del pueblo vecino. Dice que le habló y que él la reconoció, pero cuando ella quiso tocarlo, el se alejó llorando. Dice que seguramente, la gente que se lo robó lo maltrataba. Así que planeamos rescatarlo. Una tarde fueron en su búsqueda, y lo trajeron de vuelta. Yo estaba en mi entrenamiento de béisbol como todas las tardes, cuando vi su cabeza asomada por la ventana del coche de mi mamá. Me emocioné. Deje lo que estaba haciendo y corrí a su encuentro. Él se bajó del coche y comenzó a agitar la cola. Me hinqué y lo abracé. Y lloré mientras él me lamía por todas partes. Después lo dejé ser libre. Dejé que corriera por todo el campo. Y lloré más. Lloraba de felicidad. Reencontrarse con aquél ser vivo que creíste nunca jamás volver a ver, es una de las mejores sensaciones del mundo. Lloraba de felicidad, porque aunque yo no sea su dueña, aunque él no viva conmigo, le había echado mucho de menos. Y le amo.

May 16, 2013

Era sólo un juego...

Ella tenía los ojos vendados como parte de un juego escolar y era guiada por su amiga. Le pidió que no se atreviera a llevarla con él. Sabía muy bien que eso es lo que estaba pensando y por eso le advirtió no hacerlo. Escuchó unas voces que les llamaban y caminaron juntas hacia allá. No renegó porque jamás hubiera imaginado quiénes eran. Pero no aguantó más, hizo trampa, abrió los ojos y miró el suelo por debajo de la venda. Su corazón dejó de latir. Vio esos zapatos y supo quién era. Se puso nerviosa, pero pudo controlarse, el hecho de no ver nada le ayudaba en mucho.
Su corazón volvió al ritmo acelerado de siempre cuando él tomo su mano. La acarició suavemente y la dirigió hacia su pecho. Y entonces el mundo se detuvo por completo, no había ruido, no había aire, no había nada… Ella sólo podía escuchar los latidos de su corazón en sus oídos, y los de él retumbándole en la palma de la mano. Por supuesto, los suyos sobrepasaron el límite, la comparación con el colibrí se quedaba corta.
El chiste del juego era que ella adivinara quién era la persona frente a ella, pero ya lo sabía. No podía confundir aquellos zapatos. Pero fue lista, no dijo nada porque si lo hacía sabía que él se iría. Todo era un juego, claro, pero estaban cerca, estaban juntos. Juntos y tomados de la mano. No con ese sentido, pero ¡qué importaba!, de otra manera jamás hubiera tenido una oportunidad así.
Pero entonces, todo terminó. Después de darle muchas vueltas, ella fingió adivinar que era él. Y él se marchó. Y ella fue feliz durante poco más de diez minutos. La alegría, las mariposas en el estómago y las ganas de gritar de emoción, duraron muy poco. Ella cayó en la realidad de que aquello en realidad no era nada, sólo era algo que pasó, un emocionante momento para ella, pero para él nada. Porque después de eso todo seguiría igual. En muy raras ocasiones un hola, y casi todos los días, indiferencia, un vacío en el estómago.
Y muy aparte de todo, algo la inquietó. ¿Por qué necesariamente aquél chico tuvo que ponerle la mano en su pecho? ¿Por qué no sólo dejó que ella le tocara el rostro, el cabello, o algo así? Habiendo tantas maneras de conseguir reconocerle, ¿por qué optó por esa? Sería bueno saberlo, preguntar… pero a veces es mejor no conocer el por qué de las cosas. A veces es mejor sólo quedarse con el bonito recuerdo y dejar de buscar una razón lógica…

May 9, 2013

Mi niña de los abrazos

Así que la pequeña me vio desde lo lejos, gritó mi nombre y comenzó a correr hacía mí. Me percaté enseguida de su grito y la miré sonriente. Me puse de rodillas en el suelo y extendí los brazos esperándola. No recordaba hace cuánto que no nos veíamos, pero la echaba mucho de menos. Mi corazón palpitaba cada vez más a medida que ella se acercaba, y así estuve, mirándole correr en mi dirección sin poder contener la enorme sonrisa en su rostro. Imaginé su cabello envolviendo mi cara, su pequeño y delgado cuerpecito que la hacía parecer tan frágil… pero ella no llegó nunca a mis brazos. En el camino, tropezó con una piedra y cayó al suelo. Mi alegría se transformó inmediatamente en terror. Comenzó a lanzar gritos de dolor, y me quedé petrificada por unos segundos. Reaccioné en cuanto la imagen de su madre consolándola en sus brazos llegó a mi cerebro. Me levanté veloz y corrí a su encuentro. Acaricié su cabeza, pero solo provoqué que su llanto se hiciera más fuerte. Me sentía del carajo. Lo único que yo quería era abrazarla, cargarla y dar vueltas y vueltas, pero mi estúpida idea sólo había causado lastimarla.
Su madre se alejó con ella para limpiarla y curarle los raspones de los brazos y rodillas. Sé que quizás debí acompañarla, pero tenía el corazón partido en mil pedazos, y sentía una enorme vergüenza de mirarla a la cara. Lo mejor era alejarme, y regresar en otro momento, cuando la niña hubiera olvidado todo y me dejara tomarla entre mis brazos, como estaba deseando desde hace tanto tiempo.

May 2, 2013

Esa diminuta chispa de esperanza

Pues vaya, creí que en serio ya tenía entendido eso de que “no podría pasar nada” entre tú y yo. Ya sabes. Creí que había perdido toda posibilidad de que estuviéramos juntos. Hoy me di cuenta de que no estaba del todo consciente de eso. Me di cuenta de que había una diminuta, en verdad diminuta chispa de ilusión en mi interior. Una chispa que consideraba “posible” algo entre nosotros, tal vez no hoy, tal vez no mañana, pero sí en un futuro no muy lejano.
Pero al igual que me di cuenta de ella, esa chispa terminó extinguiéndose.
Verás: supe algo de ti, pero prefiero no dar detalles. Y aunque no es que se me haya roto el corazón con eso, saberlo sí me causó un leve dolor interno. Algo así como una decepción, pero no tan grave. No tan grave porque no es algo difícil de creer. Yo ya lo veía venir.
Así que la pequeña esperanza, que no sabía que vivía dentro de mí, salió a la luz y desapareció. Está más que claro, un nosotros no forma parte de los planes del universo.
Pero qué más da. Qué más da si lo que me dijeron es verdad o no. Yo ya no me atormento queriéndote, ya no me preocupa olvidar, todo llega a su tiempo, tarde o temprano olvidaré. Tarde o temprano mi amor por ti se extinguirá sin dejar cicatrices, y ése, ése será por fin, el final feliz de la historia. ¿Para qué mortificarme?

Apr 22, 2013

Amor intermitente

Me cruzo de piernas sobre la cama y decido escribirte. Afuera el viento hace bailar los árboles de mi patio y arrastra todo objeto frágil que se cruce en su camino. Mi amor por ti sigue aquí, sólo que no sé dónde lo he dejado. Por un momento pienso que ha sido el viento quien lo ha arrastrado por toda la casa y lo ha escondido de mí.
No logro escribirte nada, es uno de esos momentos en los que ese amor se niega a aparecer, pero sé que está cerca, sé que sigue aquí dentro, porque lo siento, siento su presencia, pero no puedo reflejarlo para dedicarte una más de mis poesías.
A veces se aleja de mí tantos días que empiezo a creer que te he dejado de querer, pero cuando menos lo espero, regresa, me eriza la piel, me acelera el pulso y me desconcentra.
Así es siempre. Días como hoy en que le echo de menos no está conmigo, y días en los que creo que por fin me ha abandonado, vuelve sin motivos. Comienzo a ver este amor como un círculo vicioso, que se va y siempre me encuentra en el mismo lugar, sólo que cada vez más cansada, más acabada, más sin saber por qué, ni cómo, ni hasta cuándo…

Apr 11, 2013

El color de las jacarandas

Verán, en cuanto los vi por la ventana del autobús en el que viajaba, me hipnotizaron. Mirar por la ventana y apreciar el horizonte hace placenteros los viajes. Fue así como los vi, y fue así como quise saber enseguida cómo se llamaban. Pregunté a las personas y nadie supo responderme. Y me sentí triste, no sé si su desinterés se debía a la costumbre de verlos todos los días o es que definitivamente la gente no sabe apreciar la naturaleza que les rodea; pero algunos intentos más tarde supe sus nombres: jacarandas. Aquellos árboles inmensos de flores moradas se llamaban jacarandas y quedé perdidamente enamorada de su belleza y de cómo hacían lucir la ciudad.
Ahora sólo quiero una cosa: una jacaranda. Un enorme árbol de jacarandas que alegre mis ojos al despertar cada mañana y coloree mis días grises así como coloreaban el gris monótono y aburrido de los edificios de aquella ciudad. Una jacaranda en el patio de mi casa, cerca de mi ventana, donde sea, pero que sea una jacaranda, por favor. 

Mar 22, 2013

Envejecer es obligatorio; crecer es opcional

Pues vaya, parece que ha llegado mi hora. Pero antes que nada, tengo que decir que llegar a la mayoría de edad no implica que pasaré a comportarme como una adulta. Aunque claro, supongo que las responsabilidades se me vienen encima: terminar la prepa, continuar la universidad, vivir fuera de casa, ser autosuficiente... pero eso es lo de menos.
Puedo haber llegado a los dieciochos, pero seguiré creyendo. Seguiré escribiendo. No permitiré que mi imaginación decaiga como a tantas personas les ha pasado. Seguiré haciendo locuras con mis amigos. Seguiré riéndome de las cosas de la vida y de la aparente conspiración en mi contra del destino. No quiero preocupaciones, esas son para los viejos. Seguiré sien do yo aún cuando lleve la etiqueta de mayor de edad en mi frente. Puedo haber llegado a los dieciochos, pero yo seguiré con ese espíritu joven y esa locura infinita que me caracterizan. Porque envejecer es obligatorio, contra el tiempo no puedo luchar, pero ¿crecer? Crecer es opcional.

Mar 14, 2013

Lo que odio de ti

Decidí sentarme. Comencé mi lista con el marrón de tus ojos, tu mirada cautivadora y esa amplia sonrisa que tienes capaz de fundir hasta un témpano de hielo. Continué con tu cabello alborotado, tus labios apetecibles, tus mejillas rosadas, tu caballerosidad y tu tendencia a ser despistado. Y me detuve. En mi lista no había más que las cosas que amaba de ti y me derretían. Aunque también las odiaba. Las odiaba por eso, porque me derretían a cada rato, y porque eran las culpables de que este sentimiento no se esfumara aún.
Así que garabateé sobre la lista que había creado hasta que las palabras dejaron de percibirse, e inicié una nueva. Anoté tu indiferencia para saludarme cuando más deseo que lo hagas, tu extraña manera de mirarme a veces cuando decido hablarte y tu poca colaboración para conversar. Escribí también tu infelicidad, porque aunque no quiera, me hace sentir infeliz también; tu caminar inconfundible, ese que me hace saber que eres tú aún cuando no traiga puesto los lentes; tu tendencia a estar rodeado siempre de toda clase de chicas; tu mala costumbre de aparecer y confundir todo mi espacio cuando no quiero verte, y lo que odio más, que no tengas novia. Porque si la tuvieras me harías más fáciles las cosas… Porque si la tuvieras, hace mucho que hubiese entendido que no tengo oportunidad y te hubiese borrado de mi cabeza.
Y por eso te odio. Por hacer largos mis días.
Porque te quiero. Porque sí.

Mar 7, 2013

Te espero cuando la noche se haga día,
suspiros de esperanzas ya perdidas.
No creo que vengas, lo sé,
sé que no vendrás.
Sé que la distancia te hiere,
sé que las noches son más frías,
sé que ya no estás.
Creo saber todo de ti.
Sé que el día de pronto se te hace noche:
sé que sueñas con mi amor, pero no lo dices,
sé que soy un idiota al esperarte,
pues sé que no vendrás.
Te espero cuando miremos al cielo de noche:
tú allá, yo aquí, añorando aquellos días
en los que un beso marcó la despedida,
quizás por el resto de nuestras vidas.
Es triste hablar así.
Cuando el día se me hace de noche,
y la Luna oculta ese sol tan radiante.
Me siento sólo, lo sé,
nunca supe de nada tanto en mi vida,
solo sé que me encuentro muy sólo,
y que no estoy allí.
Mis disculpas por sentir así,
nunca mi intención ha sido ofenderte.
Nunca soñé con quererte,
ni con sentirme así.
Mi aire se acaba como agua en el desierto.
Mi vida se acorta pues no te llevo dentro.
Mi esperanza de vivir eres tú,
y no estoy allí.
¿Por qué no estoy allí?, te preguntarás,
¿Por qué no he tomado ese bus que me llevaría a ti?
Porque el mundo que llevo aquí no me permite estar allí.
Porque todas las noches me torturo pensando en ti.
¿Por qué no solo me olvido de ti?
¿Por qué no vivo solo así?
¿Por qué no solo....

-Mario Benedetti

Mar 6, 2013

Dolerá, elijas el camino que elijas

No entiendo porqué te encierras en decir que no sabes qué hacer. Desde dónde yo lo veo, tienes muchos caminos a tu alcance.
Puedes quedarte con lo fácil, permanecer donde estás, y esperar hasta que un día te ahogues con tus propias lágrimas.
Puedes hacer lo de siempre: ignorar la realidad, pensar que nada malo ha pasado y revolotear por el mundo con locura infinita.
Puedes luchar. Eres fuerte y tienes la suficiente capacidad, sólo tienes que estar completamente segura de cómo vas a hacerlo y creer en ti. Y creer también que no importa cuántas veces te caigas, siempre te levantarás dispuesta a un intento más, o a los que hagan falta.
O puedes pasar página, cerrar el círculo. Escuchar aquella vocecita en tu cabeza que te dice que nunca vas a conseguir nada, que es mejor que cambies tu rumbo porque ahí no hay nada para ti. Sí, hablo de rendirse, y creo que no es necesario explicarte todo lo que esto conlleva.
Así que ahí tienes. Claro que no será fácil, nadie dijo que lo sería. Elijas el camino que elijas, te va a doler, pero deja eso a un lado, el dolor no es algo nuevo en tu vida. La decisión final es tuya.

Feb 28, 2013

Me senté y lloré. Cuenta una leyenda que todo lo que cae en las aguas de este río –las hojas, los insectos, las plumas de las aves– se transforma en las piedras de su lecho. Ah, si pudiera arrancarme el corazón del pecho  tirarlo a la corriente; así no habría más dolor, ni nostalgia, ni recuerdos.
A orillas del río Piedra me senté y lloré. El frío del invierno me hacía sentir las lágrimas en el rostro, que se mezclaban con las aguas heladas que pasaban por delante de mí. En algún lugar ese río se junta con otro, después con otro, hasta que –lejos de mis ojos y de mi corazón– todas esas aguas se confunden con el mar.
Que mis lágrimas corran así bien lejos, para que mi amor nunca sepa que un día lloré por él. Que mis lágrimas corran bien lejos, así olvidaré.
Olvidaré los caminos, las montañas y los campos de mis sueños, sueños que eran míos y que yo no conocía.

Me acuerdo de mi instante mágico, de aquel momento en el que un “sí” o un “no” puede cambiar toda nuestra existencia. Parece que sucedió hace tanto tiempo y, sin embargo, hace apenas una semana que reencontré a mi amado y lo perdí.
A orillas del río Piedra escribí esta historia. Las manos se me helaban, las piernas se me entumecían a causa del frío y de la postura, y tenía que descansar continuamente.
–Procura vivir. Deja los recuerdos para los viejos –decía él.
Quizá el amor nos hace envejecer antes de tiempo, y nos vuelve jóvenes cuando pasa la juventud. Pero ¿cómo no recordar aquellos momentos? Por eso escribía, para transformar la tristeza en nostalgia, la soledad en recuerdos. Para que, cuando acabara de contarme a mí misma esta historia, pudiese jugar con el Piedra. Así –recordando las palabras de una santa– las aguas apagarían lo que el fuego escribió
Todas las historias de amor son iguales.

–Fragmento. 

Feb 25, 2013

Me han robado tu amor

Este no eres tú. No sé qué te ha pasado. Tantos días que estuvimos lejos, tantos días que me pasé las tardes inquietas preocupada por ti, pensando en lo que estarías haciendo, si te estarían alimentando bien o si te estarías sintiendo a gusto en aquél lugar, y todo parece indicar que tú no me has extrañado en ningún momento como yo. Porque  lo único que has hecho al verme es dar un pequeño salto a mi alrededor, un pequeño movimiento de tu cola y nada más. Te has quedado en aquellos brazos ajenos, y te has mostrado muy a gusto en ellos. Estoy celosa. Me pasé horas deseando que volvieras pronto, incluso no conseguí dormir la noche que te fuiste, ¿y ahora? Ahora que por fin te tengo frente a mí, no te importo para nada. No me has visto con los mismos ojos con los que yo te he mirado desde que saltaste del auto. No respondes cuando te llamo, me miras pero no te acercas. Te acarició suavemente la cabeza, me lames la mano, y ya nada. No percibo tu amor, y he dejado escapar un par de lágrimas. Parece que me han robado tu amor. ¿Y sabes? Eso me rompe el corazón. Porque siempre has sido ese alguien que le inyecta alegría a mis días, que me espera desde la otra cuadra de la casa cuando vuelvo de la escuela, que me llena de mimos cuando estoy triste o de malas… Este de aquí no eres tú. No puedes ser tú. No sé qué te ha pasado, no sé qué te han hecho, pero quiero que regreses. Quiero que me sigas amando como siempre. Por favor, porque esta locura me mata. No puedes haberme dejado de amar tan pronto…

Feb 22, 2013

'Cause I dream of his lips on my cheek

Le miró detenidamente. Necesitaba considerar todos los pros y los contras de lo que estaba  a punto de hacer, o más bien, de lo que quería hacer.
Aquellas mejillas resultaban tan atractivas que ya no podía resistirse más a la idea de besarlas, besarlas tiernamente por mero gusto y no como parte de un saludo cordial. Pero ¿cómo conseguirlo? En primera, debía encontrar la manera de estar lo suficientemente cerca de él para poder estirarse y besarle. En segunda, no tendría que haber tanta gente cerca, o de lo contrario, jamás tendría el valor. Y en tercera, ¿qué diría ella cuando él la mirara asombrado y preguntara por qué? ¿Sería adecuado quedarse callada, sonreírle amistosamente y continuar como si nada? ¿Podría soportar tanto nerviosismo? ¿De verdad podría soportarlo?
Sacudió la cabeza. Basta ya de pensar, se dijo a sí misma. Pensar no ayudaba en nada, al contrario, la acobardaba más. Mejor sólo hacerlo y ya. Acercársele, posar los labios en aquellas mejillas rosadas, y listo. Qué importaba lo que pudiera ocurrir después.
Locura. Debía empaparse de esa locura de siempre que se adueña de su cuerpo y le permite atreverse a hacer cosas que normalmente no se atreve a hacer. Sí, eso era, necesitaba un poco de locura. Además, si al hacerlo él llegaba a preguntar ¿por qué?, ella podría contestar:
−Porque mi locura me obligó a hacerlo.
Y eso sería todo. Él entendería. Porque él había sido la razón de aquello que fue llamado “La última locura”, así que conocía de pies a cabeza lo que esa respuesta significaba, no habría nada que explicarle.

Ella soñaba con sus labios en su mejilla, lo había soñado desde siempre, ya era hora de hacerlo realidad. Así que, se dejó de prejuicios, se levantó del suelo y caminó con los ojos fijos en una sola dirección…

Feb 14, 2013

Catorce de febrero

San Valentín. Hace ya algunos años que esa idea no me emociona, como al parecer emociona a la mayoría de las personas. Es un día como todos los demás, claro que lo que lo hace parecer diferente es toda esa gente con globos y regalos. Globos rojos y rosados, de todos colores, mantas pegadas en las paredes, chicos y chicas corriendo y abrazándose, miles de sonrisas y carcajadas por todos lados, los miles de “te quiero”, “te amo” y “eres mi mejor amigo”. En fin, para qué entrar en detalles, ya saben, todo eso…
Pero  el hecho de que la sociedad haya elegido este día para derrochar amor, no significa que yo tenga que hacer lo mismo, no necesito seguir el protocolo. No quiero entrar a una tienda adornada con corazones para comprar osos de peluche, rosas, dulces o esos típicos regalos. No quiero escribir cartas por compromiso. No quiero dar abrazos ni besos que no me nacen dar. No quiero dar tarjetas de felicitación para decir algo que no siento. Porque, ¿qué sabe una tarjeta sobre mis sentimientos? Si siento algo lo digo o lo escribo, no necesito ayuda, no necesito de un día especial. Lo siento, pero yo no quiero vivir un San Valentín comercial. Porque eso es lo que son realmente todos los 14 de febrero: mercadotecnia.

Feb 6, 2013

La de la mala suerte

Si no le conociera, diría que siempre va por el mundo persiguiendo malas experiencias y malgastando su tiempo en los amores más imposibles que se le cruzan en su camino. Porque no es la primera ni la última vez que pasa por algo así: un sentimiento inmensurable que no es correspondido que se convierte después de unos meses en un vacío gigantesco en el estómago, de esos que te retuercen hasta más no poder.
Si no le conociera, pensaría que son tantos los errores que ha cometido que ni intentándolo un millón de veces podrá levantarse de algo así.
Pero le conozco muy bien, y sé que nada es cierto. Que a pesar de los malos tragos, de los amores no correspondidos, y de todo eso que quita las ganas de vivir, siempre tiene una sonrisa en la cara. Y por supuesto, pluma y papel. Porque aunque lo intente todo y no tenga éxito, por mucho que sufra, por mucho que llore, por mucho que le rompan el corazón, siempre hay un espacio en blanco en aquél cuadernillo viejo dispuesto a formar parte de lo que ella llama su arte.
Yo le conozco bien, cada mala experiencia, cada lágrima, cada error, cada desilusión, cada fracaso y cada noche en vela, le lleva a la inspiración.

Jan 21, 2013

Bloqueo literario

Un día de pronto, se apagó mi chispa. Me quedaba por horas mirando la ventana, pensando en lo tonta que había sido todo este tiempo y en lo mucho que había malgastado mis esfuerzos alimentando sentimientos absurdos. Me ponía frente a esta pantalla, y no podía reflejar nada de lo que sentía. Nada.
Al principio pensé que quizás era lo mejor, que de alguna manera eso me haría más fáciles las cosas, y lograría olvidar. Y quizás sí haya sido así, o quién sabe. Pero incluso aunque el sentimiento parecía haberse esfumado, yo aún seguía sin escribir nada. Y es que un escritor necesita inspiración, y al parecer, aquella que lo había sido durante poco más de trescientos ochenta y cinco días, se había quedado en la última página de aquél libro que me atreví a entregar.
Así que no me quedaba más que aceptar las cosas como eran, y a otra cosa mariposa. Regresar a lo de antes, escribir sobre cualquier cosa que me diera en gana. Pero ni así lo conseguí.
Un bloqueo literario, me hicieron llamarle. Y sí, eso era. Y seguro todos los escritores lo han experimentado en algún momento de sus vidas.
Pero todo pasa. El bloqueo pasó. No sé cómo, pero pasó. Un día de pronto, la lluvia volvió a parecerme encantadora, las estrellas volvieron a iluminar mi alma, la luna creciente volvió a enamorarme, y el papel dejó de ser una superficie plana e incolora y pasó a tener la profundidad de las cosas que mi mano ponía en él.  
Y aquí estoy de nuevo, llenando los espacios en blanco de aquello que llamamos vida, como siempre lo he hecho, como siempre debió haber sido, y como siempre lo haré…