Recuerdo que odiaba que no tuvieras novia, porque no podía
abandonar la esperanza de que quizás, si me esforzaba, tendría alguna
oportunidad contigo, que en un futuro no muy lejano te fijarías en mí y
seríamos lo más perfecto.
Recuerdo que deseaba
encontrarás a alguien, alguien que te llenara en todos los sentidos y fueras
feliz a su lado, y así, yo podría entender y empezaría a olvidarte. Vaya mentira,
¿en qué carajos pensaba? ¿A quién intentaba engañar? Ahora odio enterarme de
que sí, ya no estás solo…
Porque incluso cuando lo
estabas pensaba que quizás tenías tus amoríos por ahí, como todo adolescente,
pero sólo eran especulaciones. Quizás besabas bocas –¿quién no querría besarte?–,
pero quizás reservabas muy bien tus labios. Quizás mirabas bonito a cierta chica
de tu escuela, pero quizás nadie llamaba tu atención. Quizás aquella chica era
algo más que tu amiga, pero quizás tenían tantas cosas en común que se llevaban
de maravilla, sólo como amigos. Quizás llegabas a una fiesta de la mano de
alguien y la abrazabas por la cintura, pero quizás eras tímido como siempre y
no intentabas nada. Quizás tenías sexo casual –con esta juventud de ahora–,
pero quizás tú seguías sin ser de esos chicos. Quizás. 50/50.
Ahora es un hecho. Ahora
tienes a quien besar. Ahora tienes a quien mirar bonito. Alguien con quien
despertar cada mañana. Alguien a quien abrazar, a quien dedicarle sonrisas y
piropos y sonrojar sus mejillas. Ahora tienes con quien caminar por las calles
tomados de la mano, curiosear sobre la forma de las nubes, hablar de todo, y
ver pasar las horas. Ahora tienes a alguien. Alguien con quien crear recuerdos,
y pasar unos hermosos meses a su lado, como yo siempre soñé que tuvieras… conmigo.