Me pregunto qué pensarás
tú de todo esto. Me pregunto si sentirás las cosas lindas que me escribes,
cuando de pronto me besas y ya no podemos parar.
A veces se me olvida que
ya no somos. A veces te siento de nuevo conmigo que me descubro siendo
inmensamente feliz, como si todo hubiese quedado en el pasado y nos estamos
dando la oportunidad de intentarlo de nuevo. Pero no por mucho tiempo, en
seguida me cae el veinte. Tú y yo ya no
somos. Pero entonces ¿qué somos? ¿Qué estamos haciendo? ¿Somos “amigos” (así
entre comillas) acaso? ¿Lo podemos definir así? ¿Para ti eso somos?
Tengo miedo. Miedo de lo
que me estoy haciendo. Aún te amo. Y definitivamente no te estoy superando, ni mi
amor ni mis ganas han disminuido ni una micra, y tengo la sospecha de que, aunque
me niegue a admitirlo, en el fondo aún quiero que regreses. Y tengo una
sospecha más grande de que yo para ti ya
soy un círculo cerrado, no hay retorno, sólo besos y abrazos y sexo cuando tienes ganas. Y qué mierda.
Tengo miedo de lo que me
estoy haciendo… pero es que no puedo y no
quiero soltarte.