Estaba loca, joder, estaba loca. Tenía en su cabeza una locura preciosa. ¿Cómo no iba a perder la puta razón por ella? (Elvira Sastre)

Jun 21, 2012

Siempre serás irremplazable

La tormenta llegó. Los truenos se escucharon cada vez con más intensidad y los relámpagos iluminaron hasta el rincón más oscuro del lugar. Las gotas de lluvia comenzaron a rodar por el techo de mi casa. Una noche perfecta para acostarse en la cama, acurrucarse con las cobijas y dormir profundamente…
Pero un pensamiento invadió mi mente y me inquietó. Me levanté veloz y corrí hacia la cocina. Busqué desesperada las llaves de la entrada, y abrí la puerta. Y él estaba ahí. Me miró y lo miré. Y me di cuenta de mi error. No eras tú. El cielo se caía y él estaba tranquilo, sin ningún tipo de temor.
De igual manera le pedí que se metiera a la casa, lo lleve hasta mi habitación y lo deje que se recostara conmigo. Quise fingir que tú te encontrabas allí, conmigo, en aquella noche lluviosa. Quise fingir que te protegía, como siempre, acariciándote suavemente y abrazándote con fuerza cada vez que un estruendo retumbaba y una brillante luz iluminaba el cielo por completo. Quería sentir que al protegerlo a él, te protegía a ti, como antes, como cuando estabas aquí.
Y es que precisamente esta noche te he extrañado más que nunca. Precisamente esta noche mi corazón no deja de recordarte y mis lagrimas no dejan de empapar mi almohada.
Siete meses desde tu partida se me han pasado volando. Y aunque él haya llegado al poco tiempo de que te fuiste, no te he olvidado ni por un segundo. Por supuesto que no. Él llegó a mi vida y no te voy a mentir, fue demasiado fácil comenzar a quererle. Él ha traído de vuelta a casa un poco de esa felicidad que se perdió cuando tú te marchaste.
Pero tú siempre serás irremplazable. Yo no te olvido nunca, y nunca lo haré…

Jun 19, 2012

Eso tiene nombre

¿Qué tengo que decir? Estoy asustada.
Tengo miedo de irme, estar allá y extrañar todo. Miedo de alejarme de ellos y perderme de muchas cosas. De que irme no sirva de nada, y que al contrario, resulte peor. Tengo miedo de que al estar allá quiera volver, porque sé que ya no podré hacerlo. De no encajar en ese lugar, porque todos ya tienen hecha su vida y yo apenas estaré comenzando la mía.
Pero también tengo miedo de quedarme y seguirme sintiendo como me siento la mayor parte del tiempo. De querer irme, irme y no regresar. Irme y comenzar otra vida, lejos de esa escuela, de esa gente. Tengo miedo de seguir con esa extraña infelicidad y esa sensación de no estar a gusto en casi ningún lugar. Miedo de seguirme sintiendo sola aún cuando sé que los tengo a ellos. Miedo de continuar queriéndole y ni siquiera intentar tener una oportunidad. Miedo de tener que seguir soportando sus peleas y sus comportamientos absurdos, estúpidos y frustrantes ya no sólo los fines de semana, sino cada vez más a diario.
Si decido irme, lo que más me duele es que me alejo de ellos. Y aunque sé perfectamente que la distancia no significa que los perderé, no será fácil soportar extrañarlos demasiado.
Si decido quedarme, los sigo teniendo en mi vida, pero eso, eso es lo único que me mantendría con un poco de felicidad, y para ser sincera, no es suficiente. Porque todo marcha bien mientras los tengo cerca, pero cuando no, todo es un maldito desastre. Porque ellos me hacen sonreír aunque muera de ganas de llorar. Porque ellos logran alejarme de la realidad. Porque ellos mantienen mi chispa encendida aun cuando parece extinguirse.
Así que al parecer, eso que me tiene así, asustada e indecisa, tiene nombre. Mi problema son ellos.

Jun 5, 2012

Aquellas hojas amarillentas


Sentí deseos de recordar el pasado. De leer todo eso que plasmé en aquellas hojas de ese cuadernillo, ahora amarillentas por el paso de los años. Deseos de revivir aquellas sensaciones incomparables cuando escribía cada punto, cada coma, cada palabra y cada signo de puntuación, para reflejar mi vida a cada paso que daba…
Y no, no me afecta hacerlo. Estoy en casa, estoy a salvo.
Pero no quiero ir a la escuela. Bueno, sí quiero, quiero estar con mis amigos y todo eso, pero sé que mi corazón aún no está listo para no latir a un ritmo anormal cada vez que se topa con esa sonrisa.
Es distinto, ya no le pienso, es cierto, pero uno nunca sabe. Por más que me gustaría, no puedo controlar mis sentimientos. No sé que pueda suceder en el momento que se cruce por mis ojos. No lo sé.
Aquí en casa me siento a salvo. Pero allá, no lo sé. Con él cerca, estoy expuesta a todo. Cualquier cosa puede pasar… y no quiero volver a caer. Ya no.