Estaba loca, joder, estaba loca. Tenía en su cabeza una locura preciosa. ¿Cómo no iba a perder la puta razón por ella? (Elvira Sastre)

Aug 10, 2017

Un puente no se sostiene de un solo lado.

Cuando me fui de casa hace un par de meses para cumplir con mis residencias de la universidad, todo pintaba bonito. Él se despidió de mí cómo jamás lo hubiese esperado. Me prometió escribirme por las noches, llamarme, mandarme correos. Me prometió ser amigos como tiempo atrás lo habíamos sido. Yo estaba lejos, a 580 km de distancia para ser exacta, pero saber que lo tenía a él para contarle cómo había estado mi día, todos los días, me hacía sentir en casa. Con su compañía. Los mensajes, las llamadas, nunca faltaron, tal y como lo prometió.
A él le habían roto el corazón, o algo parecido, no lo sé, nunca ha sido de los que hablan de esas cosas, pero gracias a que lo conozco como a la palma de mi mano, nunca tuve que preguntar, sólo me dediqué a estar ahí. A responder, a ser la amiga, siempre para él. Sentí que de verdad seríamos amigos hasta envejecer, como siempre quise desde el día que lo conocí.
Pero paso tiempo. Los mensajes dejaron de llegar. Mis mensajes incluso le dejaban de llegar, señal de que estaba ocupado haciendo sus cosas. Un día supe que de nuevo las cosas iban a cambiar. Y así fue. Dejó de hablarme. ¿Por qué? Lógico: arregló su vida amorosa y simplemente ya no me necesitaba. Ya no me quería para llenar su vacío. Puedo decir que incluso mi amistad le ocasionaba problemas. Le estorbaba. No me sorprendió, pero sí, todavía me dolió.
Tengo mucho de culpa por haberle permitido una vez más que me hable y me deje de hablar cuando se le antoje. Tengo mucho de culpa porque el problema no es que él se vaya, sino que yo siempre lo he recibido de vuelta.
No le odio. No le guardo rencor. En lo absoluto. Pero de verdad espero que aprenda que no puedes tratar a las personas de esta manera, por su bien, así como yo ya aprendí, después de tantas veces que me hizo lo mismo. No se puede sostener un puente de un solo lado, dice Cortázar, y todos estos años la única que sostenía, porque se negaba a soltar, era yo.
Pero por fin entendí. Y ya era hora.

Suerte con tu vida.