Este semestre odio mi
horario. Demasiado distinto al tuyo. No coincidimos. Cuando salgo de una clase, tú ya estás
dentro de otra. Es demasiado tiempo sin ti.
Me
gustaba más la vida cuando yo era tu centro de atención. Cuando éramos unos meses más jóvenes y
no teníamos tantas responsabilidades como ahora.
Me gustaba más la vida
cuando mis días se basaban en soñarte 8 horas mientras dormía y pensar en ti
las restantes 16, y aun así encontraba el balance tú-universidad.
Las cosas han cambiado mucho.
Demasiados espacios vacíos
de ti, y no estoy segura si sabes que yo
prefiero llenarlos todos contigo antes que con cualquier otra cosa. No
tanto porque tengamos que estar juntos todo el tiempo (aunque sinceramente no
me molestaría), porque incluso tú, estando ausente un millón de horas, lo
solucionas todo rodeándome con tus brazos. No tienes idea de cuántos de estos
espacios vacíos puedes llenar con ellos.
Ojalá seas consciente del súperpoder
que tienes. Ojalá tengas al menos una
idea aproximada de lo mucho que te quiero. Sí, “aproximada”, porque ni yo misma
sé cuánto, porque un día te quiero tanto, y al siguiente descubro que te quiero
más.
En fin, ¿ya te dije que
odio mi horario?
¿Lo ves? No importa lo que
esté diciendo, intervienes en mi mente y comienzo a divagar. Siempre, siempre
termino hablándoles a todos de ti.