Querido tú:
No voy a cansarme nunca de recordar el tiempo en
que éramos amigos.
Me gustaría en cambio dejar de sentir este miedo.
Sé que tienes una nueva vida, y sí, siento celos de cualquier persona con la
que compartas tu tiempo ahora, porque antes yo era tu centro de atención, y hoy
no tengo nada.
No sé si vas a leer mis cartas, pero igual siento
la necesidad de escribirte.
Nunca te extrañé tanto como cuando quise contarte
algo y no estabas ahí para escucharme. Siento un gran vacío ahí donde la
gente dice que tenemos el corazón, y duele mucho, y no consigo dormir con todas
estas palabras en mi cabeza. Por eso vengo y escribo, y te las envío. No lo
hago con algún fin. No lo hago para que sientas lástima, o para que vuelvas (sé
que no volverás), es más algo que hago por mí. Es mi manera de desahogarme,
aunque no sepa si vas a leerme, igual se aminora un poco la carga en mi pecho,
y mira, justo ahora ya respiro mejor.
Así que, si de casualidad ya has leído mis antiguas
cartas, te digo de una vez que voy a seguir escribiéndote de vez en cuando,
cuando no pueda dormir, cuando me duela algo, cuando te extrañe, cuando quiera
decirte algo pero al mismo tiempo sea mejor que no lo sepas... es un poco raro,
ya sé, pero es la solución temporal que encontré. Realmente no importa si me
lees o no, sólo necesito sentir que aún hay alguien por ahí que podría
entenderme, como sólo tú lo hacías cuando estabas aquí.
Discúlpame por no poder darle vuelta a la página,
es sólo que recuerdo cuando decías que yo era la persona con quien más
encajabas, y al final fue cierto, terminaste encajado (para siempre) en mí. Pero
al parecer yo no en ti.
Buenas noches.