Estaba loca, joder, estaba loca. Tenía en su cabeza una locura preciosa. ¿Cómo no iba a perder la puta razón por ella? (Elvira Sastre)

Sep 26, 2017

Te echo tantísimo de menos.

No creí que volver a casa y salir a ver las estrellas (intentando huir un poco de todo) terminaría por recordarme a ti, a aquella vez que las miramos juntos y te emocionaste porque nunca habías visto tantas en toda tu vida.
Recuerdo que te mostré un par de constelaciones y te dije que era mi parte favorita de volver a casa: los cielos estrellados que no se perciben en la ciudad. No dijiste nada, pero estoy segura que sonreíste, y después murmuraste que entendías perfectamente porqué lo decía.
Te sugerí entrar a casa y me pediste que te dejara disfrutarlo un poco más. Así que te dejé solo. No le di importancia. Y es que sabías tantas cosas de mí que confesarte algo como eso no me pareció relevante. 


Quién lo diría, lo que creía como pequeñeces son ahora las cosas que más recuerdo y que echo tantísimo de menos.

Aug 10, 2017

Un puente no se sostiene de un solo lado.

Cuando me fui de casa hace un par de meses para cumplir con mis residencias de la universidad, todo pintaba bonito. Él se despidió de mí cómo jamás lo hubiese esperado. Me prometió escribirme por las noches, llamarme, mandarme correos. Me prometió ser amigos como tiempo atrás lo habíamos sido. Yo estaba lejos, a 580 km de distancia para ser exacta, pero saber que lo tenía a él para contarle cómo había estado mi día, todos los días, me hacía sentir en casa. Con su compañía. Los mensajes, las llamadas, nunca faltaron, tal y como lo prometió.
A él le habían roto el corazón, o algo parecido, no lo sé, nunca ha sido de los que hablan de esas cosas, pero gracias a que lo conozco como a la palma de mi mano, nunca tuve que preguntar, sólo me dediqué a estar ahí. A responder, a ser la amiga, siempre para él. Sentí que de verdad seríamos amigos hasta envejecer, como siempre quise desde el día que lo conocí.
Pero paso tiempo. Los mensajes dejaron de llegar. Mis mensajes incluso le dejaban de llegar, señal de que estaba ocupado haciendo sus cosas. Un día supe que de nuevo las cosas iban a cambiar. Y así fue. Dejó de hablarme. ¿Por qué? Lógico: arregló su vida amorosa y simplemente ya no me necesitaba. Ya no me quería para llenar su vacío. Puedo decir que incluso mi amistad le ocasionaba problemas. Le estorbaba. No me sorprendió, pero sí, todavía me dolió.
Tengo mucho de culpa por haberle permitido una vez más que me hable y me deje de hablar cuando se le antoje. Tengo mucho de culpa porque el problema no es que él se vaya, sino que yo siempre lo he recibido de vuelta.
No le odio. No le guardo rencor. En lo absoluto. Pero de verdad espero que aprenda que no puedes tratar a las personas de esta manera, por su bien, así como yo ya aprendí, después de tantas veces que me hizo lo mismo. No se puede sostener un puente de un solo lado, dice Cortázar, y todos estos años la única que sostenía, porque se negaba a soltar, era yo.
Pero por fin entendí. Y ya era hora.

Suerte con tu vida.

May 27, 2017

Yo te llevo dentro.

Hoy abordé de nuevo el camión que me llevó a ti durante tantos años. Pasé por tu casa y sonreí, porque sé que estabas ahí dentro, siendo tan tú.
Eso me puso, y estoy contenta, porque me di cuenta de que no te guardo ningún rencor a pesar de los últimos acontecimientos que me hicieron detestarte. Ya no. Sé que siempre estaré para ti (porque así es como soy yo), aunque ya no estés conmigo, ni hablemos, ni seamos los amigos que prometimos siempre ser. 
Yo te llevo acá dentro, muy, muy dentro de mí. 

Y te quiero, por siempre y para siempre.

Feb 22, 2017

Bandeja de salida.

Querido tú:

No voy a cansarme nunca de recordar el tiempo en que éramos amigos.
Me gustaría en cambio dejar de sentir este miedo. Sé que tienes una nueva vida, y sí, siento celos de cualquier persona con la que compartas tu tiempo ahora, porque antes yo era tu centro de atención, y hoy no tengo nada.
No sé si vas a leer mis cartas, pero igual siento la necesidad de escribirte. 
Nunca te extrañé tanto como cuando quise contarte algo y no estabas ahí para escucharme. Siento un gran vacío ahí donde la gente dice que tenemos el corazón, y duele mucho, y no consigo dormir con todas estas palabras en mi cabeza. Por eso vengo y escribo, y te las envío. No lo hago con algún fin. No lo hago para que sientas lástima, o para que vuelvas (sé que no volverás), es más algo que hago por mí. Es mi manera de desahogarme, aunque no sepa si vas a leerme, igual se aminora un poco la carga en mi pecho, y mira, justo ahora ya respiro mejor.
Así que, si de casualidad ya has leído mis antiguas cartas, te digo de una vez que voy a seguir escribiéndote de vez en cuando, cuando no pueda dormir, cuando me duela algo, cuando te extrañe, cuando quiera decirte algo pero al mismo tiempo sea mejor que no lo sepas... es un poco raro, ya sé, pero es la solución temporal que encontré. Realmente no importa si me lees o no, sólo necesito sentir que aún hay alguien por ahí que podría entenderme, como sólo tú lo hacías cuando estabas aquí. 
Discúlpame por no poder darle vuelta a la página, es sólo que recuerdo cuando decías que yo era la persona con quien más encajabas, y al final fue cierto, terminaste encajado (para siempre) en mí. Pero al parecer yo no en ti.

Buenas noches.