Estaba loca, joder, estaba loca. Tenía en su cabeza una locura preciosa. ¿Cómo no iba a perder la puta razón por ella? (Elvira Sastre)

May 31, 2012

Así lo entendí perfectamente

Nuevamente tuve la estúpida idea de que por fin caminarías a mi lado, hablarías conmigo de cualquier cosa sin importancia simplemente para pasar el tiempo conmigo y me sonreirías de una forma sumamente especial, una de esas sonrisas que son suficientes para decirlo todo. Pero una vez más, tomaste un rumbo diferente y me dejaste ahí, sola y desilusionada, como tantas otras veces...
Sí, ya sé que no me quieres, que no soy más que una conocida para ti, pero no puedo dejar de fantasear de la noche a la mañana con todo lo que me gustaría que pasara.
No voy a mentir, esto sigue igual que ayer, te sigo queriendo, pero sí puedo asegurar que una cosa ha cambiado, aunque para ello tuvieran que pasar doscientos cuarenta y nueve días y un minúsculo dolor en el pecho al verte sonriéndole a aquella chica:  he comprendido perfectamente que tú jamás llegarás a quererme.
Sólo me queda continuar con esto de tratar de no mirarte de lejos, de no querer que te cruces en mi camino, de no sentirme como tonta cuando te tengo cerca, de no sentir que me falta el aire cuando me sonríes, y todas esas cosas que no puedo evitar.
Pero tengo la esperanza de que a partir de hoy todo sea más fácil: he matado toda posibilidad de que me quieras, dejar de quererte seguro será pan comido…

Atentamente: La chica que se enamoró de ti por un simple sonrisa'

May 22, 2012

Volverte a ver

La última vez que te vi, tus labios tocaban los míos en un lento e inesperado beso, minutos más tarde, tu rostro sonriéndome y tu mano agitándose para decirme adiós. Pero después de eso, nada. Solamente en mis sueños te aparecías y raras veces ocupabas algún espacio en mi cuaderno. Y ahora, ahora que creía haberle dado vuelta completa a la página, te me apareces. O quizás es que he comenzado a alucinar, pero de verdad que ese chico pareciese ser tu hermano gemelo. Yo no sé. No sé porque en este preciso momento la vida ha decidido jugarme una mala pasada y ponerme a aquél chico en mi camino simplemente para que me tope con él. Porque es obvio que él ni siquiera sabe que existo, y por supuesto que yo no haré nada para que eso cambie. Así están bien las cosas. Me gusta mirarle cuando le tengo cerca porque se parece a ti, sólo eso. Aunque debo confesar que la situación ha comenzado a asustarme… Sí, me asusta porque si él, que resulta ser muy semejante a ti, logra hacerme sentir uno que otro sentimiento, el día que te tenga frente a mí de nuevo, es muy seguro que miles de viejos sentimientos vuelvan a surgir. Y admito que los extraño. Extraño sentirme de aquella manera en que solamente tú lograbas hacerme sentir. Pero no sé. Eso no sería algo muy bueno que digamos. No, definitivamente no lo sería.
Pero no importa. Me he vuelto muy masoquista últimamente, sé que puedo soportar volver a verte, y volver a sentir todo eso,  y que tú no sientas lo mismo. Así que sí, quiero volver a verte, tenerte cerca aunque sea sólo por un momento, mirarte y que me mires, sonreírte y que me sonrías. Ya sabes, ese sinfín de cosas que aceleraban mi corazón.

May 21, 2012

Sé que él ama amarle como le ama

Me gustaría que alguien me quisiera como él la quiere a ella.
Hace poco que lo conozco, es cierto, pero eso sale sobrando y pareciera que no es como es. Yo le creo.
Comenzó a hablarme de ella sin jamás decir su nombre. Y jamás pregunté porque me advirtió que no quería que nadie supiera. Pero no sé, intuición de mujer, tal vez, pero yo supe enseguida quién era la chica que ocupaba su corazón. Y entonces, como tenía un secreto que guardar y sabía que él confiaba en mí, yo comencé a confiar en él. Y aún confío.
Él sabe lo que pasa en mi corazón, pero no conoce al causante de todo eso. Y aprecio que no me lo pregunte, aprecio que me escuche sin tener idea de quién estoy hablando y no insista en saberlo.
Él hizo que no me sintiera estúpida con ese tipo de cosas. Saber que alguien además de mí puede sentir cosas así, tan fuertes, me hizo sentir que no estoy sola.
–¿Alguna vez pasaste por la etapa de “temblar”? –le pregunté.
Siempre recurro a él. Admiro la manera en que puede controlar sus sentimientos. Ademiro su valor, su fuerza, y cada cosa que me aconseja.
–¿Temblar?
–Sí, temblar cuando ella está cerca…
Lo pensó un poco, y al fin me respondió:
–No, nunca he sido inseguro.
Torcí la boca y decidí confesarle mi vergonzoso secreto.
–Es que llevo un tiempo temblando cada vez que le tengo cerca…
–A mí me gustaría que una chica temblara por estar cerca de mí. Eso sería muy lindo.
Sonreí.
Desde que los temblores comenzaron a hacerse costumbre me enfadé, ¿a quién carajos le pasa semejante cosa? Siempre me consideré una idiota, una estúpida romántica. Pero con lo que él dijo, todo se me olvidó. Me sentí especial. Me sentí “¡Guau!”.
–Deberías hablarle y dejar que vea que tiemblas por él, tal vez le guste.
Y otra vez me sentí “¡Guau!”.
Me gustaría que alguien me quisiera como él la quiere a ella… no, no, no, lo de él ya no es un simple querer. Es algo más. Algo mucho más grande.
Yo creo en todo lo que me dice. Yo sé que sus sentimientos hacia ella son verdaderos, con la más pura intención que pueda existir. Él no es perfecto, en realidad nadie lo es, pero es el indicado para ella, yo lo sé. Y ella, ni se diga.
Yo no decido esas cosas, pero si en mí estuviera, estarían juntos. Porque a ambos les quiero y quiero que sean felices… y seré necia, pero sé que juntos lo serían.
Yo sé que no es fácil, nunca ha sido fácil. Siempre lo he dicho: nada es color de rosa. Pero desearía ser tan afortunada como ella, que alguien sintiera ese tipo de cosas por mí. Desearía que ella le correspondiera.
Lo de él siempre ha sido amor, y sé que nunca ha querido dejar de sentir lo que siente por ella; incluso aunque duele, sé que él ama amarle como le ama.

May 18, 2012

Antes todo era más fácil


Recuerdo cuando a pesar de nuestros problemas aun lo intentabas... Cuando aun mostrabas interés en evitar que esto se hiciera más grande y fuera demasiado tarde para arreglarlo. Recuerdo cuando resultaba sencillo acercarnos un poco. Cuando tu rostro aun me regalaba una sonrisa y cuando mis ocurrencias aun causaban que te rieras un poco. Recuerdo aquellos días en los que la convivencia era demasiado fácil.
A veces me preguntaba si alguna vez había tenido una verdadera amiga, una de esas que puedes calificar como "mejor amiga". Pero nunca lograba responderme, no sé, nunca he sabido el significado exacto de esas dos palabras. Hoy lo pienso, y pienso en cuando tú y yo lo parecíamos. Si tú lo eras en aquel entonces, pero ¿ahora? Ahora no me queda más que decir que sí, que tuve una gran amiga, pero que la dejé ir cuando la encontré...

May 17, 2012

Malditas oportunidades perdidas

Ahí estábamos todos, sentados en círculo casi en medio de la nada, con una botella en el centro como entretenimiento. Sí, tarde o temprano sucedió. La botella giró y giró, y me apuntó a mí. Y le apuntó a ella. Y por desgracia para mí, yo era quien tenía la palabra. ¿Qué debía preguntarle? Sabía tantas cosas de ella pero desde hace un tiempo ya no sabía absolutamente nada. ¿Qué podía decirle si no conocía nada de esa chica que es ahora y que un día fue mi amiga, de esas que se dicen amigas?
Ahí estábamos las dos, en uno de esos momentos en el que de pronto nadie tiene nada que decir, en el que todos deciden mantenerse callados observando y esperando que alguien, en este caso yo, articule alguna palabra.
Ahí estaba yo. Estúpidamente callada, fingiendo con gestos que rebuscaba en mi cabeza algo que decir cuando en realidad no buscaba nada porque, simplemente, no había nada dentro de mi mente que pudiera servirme en aquel momento.
Hasta que de pronto, logré decir algo… ¿Que qué dije? No, no me lo pregunten. Me da mucho coraje tan solo recordarlo. Porque sí, fue una estupidez. Una de esas estupideces por las que te arrepientes desde el momento en que la estás diciendo pero, por alguna extraña razón, no puedes detenerla. Y ya está, la dijiste, ya nada puedes hacer.
Y es que lo peor de todo es que mi “pregunta” no fue para nada incómoda u ofensiva, al menos no ante los ojos de los demás, porque yo sé que para ella lo fue. Fue incómoda, ofensiva, hiriente, y más. Y con razón, porque ¿cómo se sentirían ustedes? Están ahí, por coincidencia o quizás por obra del destino, se les presenta la oportunidad de ser cuestionados por alguien especial, y ¿qué pasa? De la boca de esa persona especial sale una tontería, una estupidez, una pregunta que no te causa nada más que decepción…
Porque yo sé que ella esperaba ser cuestionada por algo importante, porque ¿a quién no le gusta que le pregunten cosas importantes acerca de su vida? Y más que esperarlo de cualquier persona, lo esperaba de mí. Esperaba algo bueno de mí… Pero yo me comporté como una tonta.
Puede que tengan razón. Gente importante de mi vida me dijo que si ella se encontraba molesta conmigo por tal cosa, en serio que ella era la estúpida. Yo no sé. No sé si en serio se encuentre molesta. Lo que sí es que desde ese momento la he sentido más fría e indiferente que siempre, como si no quisiese verme a la cara. Quizás sea mi idea, quizás sea mi conciencia que no está tranquila y me hace ver cosas que no son. Pero quizás sí sea cierto, y no me extrañaría que lo fuera.
Sólo me queda por decir que la noche siguiente a aquél suceso, mientras me encontraba recostada en mi habitación, casi a punto de cerrar los ojos para dormirme profundamente, miles de ideas se dispararon en mi cabeza, miles de preguntas que pude haberle hecho a ella. Miles de preguntas que de nada servían porque la oportunidad había pasado, y estoy más que consciente de que no volvería a toparme con una así en mucho tiempo.
Y fue entonces cuando me dio más coraje que nunca. Fue entonces cuando me permití llorar… Por tercera vez en aquél fin de semana.

PD: O quizás la fría e indiferente soy yo...

May 3, 2012

El regreso de las mariposas

Ahí estaba yo. Sentada en aquellas escaleras del edificio con la música en mis oídos a todo volumen, intentando desviar un poco los miles de pensamientos que invadían mi cabeza.
Y él apareció. Y bajé la mirada para no ver nada más que sus zapatos pisando lentamente cada escalón cuesta abajo. Pero, ¿cuándo fue la última vez que había visto su rostro? No logré recordarlo, así que sin más, me armé de valor y decidí verle completamente. Y le vi. Nuestros ojos se cruzaron, me saludó y me sonrió. Me sonrío como hacía mucho que no lo hacía.
¿Y qué creen que pasó después? Pues el cosquilleo, las mariposas en el estómago volvieron…
Apreté los labios y deseé con todas mis fuerzas que se marcharan pronto. Su gesto alegraba mi día, pero al mismo tiempo me hacía retroceder en aquel inmenso camino hacia el olvido.
Es que si me miras, y más aún, si me sonríes, pierdo un segundo de valor…