Siempre tardo un buen rato en
asimilar las cosas. Como cuando mi abuelo murió. Hoy hace exactamente cuatro
años de eso. Yo no acepté su muerte en seguida, incluso aunque ya se veía
venir. A veces olvidaba que él ya no estaba en este mundo y pensaba que
seguramente estaba en su casa limpiando su jardín con la misma dedicación de
siempre, a pesar de tener ya 92 años. Lo imaginaba visitándome la mañana del
fin de semana y golpeando la puerta de mi cuarto con su bastón para
despertarme. Lo imaginaba insultándome por la cara de adormilada y de mal humor
con la que me paraba de la cama por culpa suya. Imaginaba su risa, su risa de
satisfacción por lograr molestarme. A veces en serio se me olvidaba todo que me
decía a mí misma que en la tarde lo iría a visitar…
Pero dicen que el tiempo lo
cura todo. Ya he entendido perfectamente que se ha ido. No, no es cierto, ¿quién dijo que te fuiste? Uno no está donde
el cuerpo sino donde más lo extrañan… y aquí se te extraña tanto. Yo te extraño.
No sé, hay algo en la muerte
de mi abuelo que, a pesar de los años, aún me atormenta. Es esa idea de que no llegué a tiempo. No estuve ahí cuando
murió. Estaba de viaje, en otro lugar, lejos de casa. Y él me lo dijo. Cuando
fui a decirle que estaría fuera por unos días, me lo dijo.
−Pues
no tardes, porque yo ya no voy a durar mucho tiempo.
Y se rió. Sus palabras me
enmudecieron, pero él sólo reía. Y así, en el mismo tono en que él lo había
dicho, logré decirle que no bromeara, que yo iba a volver y quería verlo bien.
Y volví, pero ya era demasiado tarde. Apenas me
despertaba para ir a la estación de autobuses y regresar a casa, cuando me
avisaron que había muerto. No llegue a
tiempo. No pude verle y decirle que había vuelto. Se había ido. Se había ido
para siempre.
Mi abuelo fue la primera
persona a quien perdí y amaba tanto. Desde entonces me he vuelto más sensible,
y lloro más. Además hay dos cosas que siempre me hacen pensar en su muerte: Noviembre, mi mes favorito, y las gardenias,
el olor penetrante de las gardenias que a él tanto le gustaban.