Ella tenía los ojos vendados como parte de un
juego escolar y era guiada por su amiga. Le pidió que no se atreviera a llevarla
con él. Sabía muy bien que eso es lo que estaba pensando y por eso le advirtió
no hacerlo. Escuchó unas voces que les llamaban y caminaron juntas hacia allá. No
renegó porque jamás hubiera imaginado quiénes eran. Pero no aguantó más, hizo
trampa, abrió los ojos y miró el suelo por debajo de la venda. Su corazón dejó
de latir. Vio esos zapatos y supo quién
era. Se puso nerviosa, pero pudo controlarse, el hecho de no ver nada le
ayudaba en mucho.
Su corazón volvió al ritmo acelerado de siempre cuando
él tomo su mano. La acarició suavemente y la dirigió hacia su pecho. Y entonces
el mundo se detuvo por completo, no había ruido, no había aire, no había nada…
Ella sólo podía escuchar los latidos de su corazón en sus oídos, y los de él
retumbándole en la palma de la mano. Por supuesto, los suyos sobrepasaron el
límite, la comparación con el colibrí se quedaba corta.
El chiste del juego era que ella adivinara quién
era la persona frente a ella, pero ya lo sabía. No podía confundir aquellos
zapatos. Pero fue lista, no dijo nada porque si lo hacía sabía que él se iría.
Todo era un juego, claro, pero estaban cerca, estaban juntos. Juntos y tomados de la mano. No con ese
sentido, pero ¡qué importaba!, de otra manera jamás hubiera tenido una
oportunidad así.
Pero entonces, todo terminó. Después de darle
muchas vueltas, ella fingió adivinar que era él. Y él se marchó. Y ella fue
feliz durante poco más de diez minutos. La alegría, las mariposas en el estómago
y las ganas de gritar de emoción, duraron muy poco. Ella cayó en la realidad de
que aquello en realidad no era nada, sólo era algo que pasó, un emocionante momento para ella, pero para él nada.
Porque después de eso todo seguiría igual. En muy raras ocasiones un hola, y casi todos los días, indiferencia,
un vacío en el estómago.
Y muy aparte de todo, algo la inquietó. ¿Por qué
necesariamente aquél chico tuvo que ponerle la mano en su pecho? ¿Por qué no
sólo dejó que ella le tocara el rostro, el cabello, o algo así? Habiendo tantas
maneras de conseguir reconocerle, ¿por qué optó por esa? Sería bueno saberlo, preguntar…
pero a veces es mejor no conocer el por qué de las cosas. A veces es mejor sólo
quedarse con el bonito recuerdo y dejar de buscar una razón lógica…