Estaba loca, joder, estaba loca. Tenía en su cabeza una locura preciosa. ¿Cómo no iba a perder la puta razón por ella? (Elvira Sastre)

Oct 26, 2012

Promesas, decepciones


¿Y si de verdad ya no te importo más? ¿Y si de verdad dejaste de ser esa persona que un día conocí? Y si ahora las cosas son así, ¿cómo le hago yo para entenderlo y dejarte ir? ¿Cómo hago para no extrañarte tanto y comprender que nada volverá a ser como antes? ¿Cómo le hago para verte como parte de mi pasado y lograr sonreír por el tiempo que estuviste aquí conmigo, sin desear que vuelvas? ¿Cómo? No sé porque te fuiste. No sé porque nunca has querido decirme nada. Quizás lo hagas para protegerme, quizás tus razones sean algo que es mejor no saber, o quizás nunca me viste de la misma manera en que yo te vi y es por eso que no tuviste la suficiente confianza de decírmelo. No sé, pienso muchas cosas y sólo consigo hacerme daño, y es que el hecho de no tenerte cerca me ha venido afectando desde el instante en que comprendí que probablemente jamás volvería a verte. Porque dijiste que me querías como a una hermana, que siempre estarías ahí para mí cuando te necesitara y que la distancia no cambiaría nada. ¿Y qué hay de todo eso? Sólo decepciones. Decepciones y más decepciones. Todo ha cambiado, todo menos que aún te extraño.

Oct 23, 2012

Y así, le escribí un libro

Todo tiene sentido. Todos esos instantes que me he sentado frente a esta pantalla y he desahogado mis enojos y mis tristezas por culpa de ese chico, han valido la pena. Todo lo estúpida que llegué a sentirme por quererle de una manera poco convencional, ha valido la pena. Todo ha valido la pena. Porque gracias a todos esos malos momentos, los buenos resultan mejores. Gracias a todo eso, he logrado escribir un libro.
Me gustaría contarles cómo me sentí en el momento que vi el mensaje de aquél chico y leí todo aquello que tenía que decirme, pero no creo que pueda explicarme bien. Espero entiendan que el cosquilleo aún no desaparece de mi cuerpo aún cuando hace ya unos días de eso.
No sé si sepan o si ya se los haya dicho una vez, pero es muy emocionante que alguien te diga que tus textos resultan hermosos, que te cuente cuánto se sintió identificado o incluso que te confiese cuánto tiempo le costó dejar de llorar. Siempre me he sentido y me siento agradecida con todos aquellos que le dedican unos minutos de su tiempo a mis creaciones, y por supuesto que sus palabras me hacen sentir halagada, y me inyectan más ganas de seguir escribiendo el resto de mi vida.
Pero verán, cuando alguien que resulta ser muy especial para ti, de una manera diferente a como lo son los demás, te dice que se enamoró de aquellos textos que un día le escribiste y que como parte de una última locura te atreviste a enseñarle, todo cambia. Lo gris se vuelve colorido, las cosas frustrantes se vuelven graciosas, la tristeza se transforma en sonrisas… No sé, es la única manera en que puedo explicar esta situación. Espero sepan de lo que hablo, pero si no, espero que con solo ver mi sonrisa puedan imaginarse cuán emocionada me siento.
Mi última locura resultó muy bien. Logré darle el más genial, lindo y significativo regalo que nadie jamás le haya dado, logré hacerle sonreír mucho, logré hacerle sentir emocionado, conseguí hacerle sentir lo especial que siempre fue para mí. Y eso es mucho más de lo que yo hubiese esperado.

Oct 18, 2012

Por no ser "una chica más"

Quizás sigan pensando que fui muy valiente (él también lo piensa), pero yo aún sigo dudándolo. Me gusta más llamarle coraje. Nunca me ha gustado ser del montón, y para ser sincera, creo que casi nunca lo he sido. Por eso le llamo coraje. Porque quise hacer algo para no ser una más de esas chicas que también parecen haberse enamorado de él. Ya les dije, mis intenciones al hacer esa locura nunca fueron que él se fijará en mí, yo sólo quería que él se sintiera especial de alguna manera, que supiera que es capaz de inspirar a alguien, más allá de sólo una atracción física.
No voy a mentir, él comenzó a gustarme por una atracción física (todos sabemos que así empiezan estas cosas, el físico sí importa, pero sólo como primer plano, después lo importante es la forma de ser de las personas), y aunque quizás no me crean, mi sentimiento nunca se baso solamente en eso. Yo siempre he visto algo más en él, y me atrevo a pensar que lo saben, porque ¿quién escribiría tanto de alguien por el que sólo siente una atracción? Y creo además que saben que si no lo siento, no lo escribo. Así de simple.

Oct 17, 2012

Lo que una rosa puede hacer


En la escuela me cruzaba muchas veces con aquél chico. No nos hablábamos, no nos saludábamos, es más, creo que ni siquiera nos volteábamos a ver. Yo no lo hacía porque tenía la idea de que él tenía que acercarme a mí, se supone que yo le gustaba, así que para mí eso era una razón suficiente para que él fuera quien tomara la iniciativa, claro, si es que eso era lo que quería.
Nadie en casa se dio cuenta de los chocolates, en primera porque sólo eran tres los que habían sobrevivido en la escuela y en segunda porque me los acabé rápido. De la rosa si no estoy segura, al menos con mi hermano, porque aunque no la haya mencionado en ningún momento, él no era tonto, y aún por más despistado que fuera, no pudo no haberla visto. ¿Cómo no verla? Era hermosa, roja, brillante. Era una de esas rosas que desearías que jamás se marchitara. Siempre había preferido las rosas blancas, pero no podía negarme a la belleza de esta. Por eso, lo que hacía era apreciarla a cada rato, cada que podía. Cuando estaba en mi habitación la observaba fijamente y siempre me acordaba de ese chico. Y bueno, creo que el objetivo de aquella flor se había logrado, pensaba en él, no de la manera en que parece que él deseaba, pero pensaba en él, así nada más, como un pequeño recuerdo, un pequeño recuerdo que ahora sé, sólo fue el principio de la historia…

Oct 12, 2012

La última locura [2da parte]


Siempre se había reservado todo, siempre ocultó sus sentimientos. Nunca había intentado nada, y no porque no quisiera haberlo intentado, no sabía cómo. Es demasiado tímida y a la vez tonta en ese asunto. Y no es de esa clase de chicas que conquistan a los chicos, de esa clase de chicas que dicen “él me gusta” y consiguen que se fijen en ellas.
Pero ahora muchos la llaman valiente, pero ella no lo considera así. ¿Valiente? Por supuesto que no. Valiente sería si le hubiera confesado desde el principio lo que sentía. Valiente sería si se hubiera puesto a trabajar para acercársele y conseguir ser su amiga. Valiente sería si hubiera luchado en vez de pasarse la vida escribiendo historias inspiradas en él. Es cierto, había decidido cometer una última locura, pero eso no le quitaba lo cobarde y tonta que había sido.
Y ahora ahí estaba. Recostada en la cama, imaginándose lo que pasaría justo en el momento en que él tomara el cuadernillo entre sus manos. Pensó en que lo más conveniente para ella sería salir corriendo inmediatamente, pero se conocía perfectamente y sabía que las piernas no le responderían, así que estaba obligada en formular las palabras correctas que debía decir.
–Yo sé que cuando lo lea todo, va a quedar enamorado de ti –le había dicho alguien.
Pero ella sabía que era muy estúpido creerlo siquiera un poco. Ya no albergaban ilusiones ni esperanzas en su corazón de que algún día aquél chico se fijara en ella. Si iba a mostrarle todos los textos que alguna vez le había escrito, era con la única intención de que él supiera cuán especial era para ella. Nada más.
Ella no era valiente, si hacía lo que hacía es porque a esas alturas de su vida, ya no tenía nada que perder…
Y además, si jamás de los jamases “pasaría algo”, ¿por qué mortificarse más? ¿por qué sentirse triste o desanimada? Lo mejor era cerrar ese círculo, dejar de verle, de una vez por todas, de esa manera en que le veía. Él era un chico agradable, claro, pero había llegado a un punto en el que ser sólo su amiga se había vuelto suficiente para ella, y eso es lo único en lo que pensaba ahora. Y entonces, antes de que todo ese sentimiento del que siempre hablaba terminara por completo, ¿por qué no hacer una última locura?