Estaba loca, joder, estaba loca. Tenía en su cabeza una locura preciosa. ¿Cómo no iba a perder la puta razón por ella? (Elvira Sastre)

Oct 12, 2012

La última locura [2da parte]


Siempre se había reservado todo, siempre ocultó sus sentimientos. Nunca había intentado nada, y no porque no quisiera haberlo intentado, no sabía cómo. Es demasiado tímida y a la vez tonta en ese asunto. Y no es de esa clase de chicas que conquistan a los chicos, de esa clase de chicas que dicen “él me gusta” y consiguen que se fijen en ellas.
Pero ahora muchos la llaman valiente, pero ella no lo considera así. ¿Valiente? Por supuesto que no. Valiente sería si le hubiera confesado desde el principio lo que sentía. Valiente sería si se hubiera puesto a trabajar para acercársele y conseguir ser su amiga. Valiente sería si hubiera luchado en vez de pasarse la vida escribiendo historias inspiradas en él. Es cierto, había decidido cometer una última locura, pero eso no le quitaba lo cobarde y tonta que había sido.
Y ahora ahí estaba. Recostada en la cama, imaginándose lo que pasaría justo en el momento en que él tomara el cuadernillo entre sus manos. Pensó en que lo más conveniente para ella sería salir corriendo inmediatamente, pero se conocía perfectamente y sabía que las piernas no le responderían, así que estaba obligada en formular las palabras correctas que debía decir.
–Yo sé que cuando lo lea todo, va a quedar enamorado de ti –le había dicho alguien.
Pero ella sabía que era muy estúpido creerlo siquiera un poco. Ya no albergaban ilusiones ni esperanzas en su corazón de que algún día aquél chico se fijara en ella. Si iba a mostrarle todos los textos que alguna vez le había escrito, era con la única intención de que él supiera cuán especial era para ella. Nada más.
Ella no era valiente, si hacía lo que hacía es porque a esas alturas de su vida, ya no tenía nada que perder…
Y además, si jamás de los jamases “pasaría algo”, ¿por qué mortificarse más? ¿por qué sentirse triste o desanimada? Lo mejor era cerrar ese círculo, dejar de verle, de una vez por todas, de esa manera en que le veía. Él era un chico agradable, claro, pero había llegado a un punto en el que ser sólo su amiga se había vuelto suficiente para ella, y eso es lo único en lo que pensaba ahora. Y entonces, antes de que todo ese sentimiento del que siempre hablaba terminara por completo, ¿por qué no hacer una última locura?

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