Estaba loca, joder, estaba loca. Tenía en su cabeza una locura preciosa. ¿Cómo no iba a perder la puta razón por ella? (Elvira Sastre)

Oct 10, 2012

Y ahora sonreía diferente

Aquél día lluvioso, sin planearlo, tuvo el valor de mirarle de frente mientras intercambiaban no más de diez palabras en aquella cafetería, en medio de tanta gente. Quizás fue eso, la gente, lo que le quitó un poco de cobardía para poder acercarse y preguntar.
Y fue ahí, cuando al mirar aquellos ojos marrones lo supo todo. Quizás muchas veces antes las evidencias la llevaban siempre a la misma conclusión, pero esta ocasión fue distinta. Fue como si el cerebro y el corazón se hubieran puesto de acuerdo por primera vez y entendieran al fin lo que significaba aquella mirada que no mostraba ningún interés por la chica que estaba en frente y que al contrario, intentaba disimular que mostraba todo el interés del mundo
Esa era la realidad. Nada, ni una minúscula parte de aquél rostro, de aquella cabellera, de aquellas manos, de aquél corazón, de aquél ser, llegarían a pertenecerle algún día. Nunca. Jamás de los jamases. Esa era la realidad. Una realidad que ella siempre había conocido, pero que por razones que aunque quisiera no podía controlar, se negaba a aceptar del todo con la estúpida excusa de que la esperanza es lo último que muere.
Pero eso fue precisamente lo que ocurrió ese día: la esperanza había muerto, se había apagado, se había extinguido completamente. Aún le sonreía cada vez que se cruzaba en su camino, pero ya no era la misma sonrisa entusiasta que siempre le mostraba, esta era diferente, era triste y resignada…

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