La última vez que te vi, tus labios tocaban los míos en un lento e inesperado beso, minutos
más tarde, tu rostro sonriéndome y tu mano agitándose para decirme adiós. Pero
después de eso, nada. Solamente en mis sueños te aparecías y raras veces
ocupabas algún espacio en mi cuaderno. Y ahora, ahora que creía haberle dado
vuelta completa a la página, te me apareces. O quizás es que he comenzado a
alucinar, pero de verdad que ese chico pareciese ser tu hermano gemelo. Yo no
sé. No sé porque en este preciso momento la vida ha decidido jugarme una mala
pasada y ponerme a aquél chico en mi camino simplemente para que me tope con
él. Porque es obvio que él ni siquiera sabe que existo, y por supuesto que yo
no haré nada para que eso cambie. Así están bien las cosas. Me gusta mirarle
cuando le tengo cerca porque se parece a ti, sólo eso. Aunque debo confesar que
la situación ha comenzado a asustarme… Sí, me asusta porque si él, que resulta
ser muy semejante a ti, logra hacerme sentir uno que otro sentimiento, el día
que te tenga frente a mí de nuevo, es muy seguro que miles de viejos sentimientos
vuelvan a surgir. Y admito que los extraño. Extraño sentirme de aquella manera
en que solamente tú lograbas hacerme sentir. Pero no sé. Eso no sería algo muy bueno
que digamos. No, definitivamente no lo sería.
Pero no importa. Me he vuelto muy masoquista
últimamente, sé que puedo soportar volver a verte, y volver a sentir todo
eso, y que tú no sientas lo mismo. Así
que sí, quiero volver a verte, tenerte cerca aunque sea sólo por un momento,
mirarte y que me mires, sonreírte y que me sonrías. Ya sabes, ese sinfín de cosas que aceleraban mi
corazón.
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