Ahora sólo quiero una
cosa: una jacaranda. Un enorme árbol
de jacarandas que alegre mis ojos al
despertar cada mañana y coloree mis días grises así como coloreaban el gris
monótono y aburrido de los edificios de aquella ciudad. Una jacaranda en el patio de mi casa, cerca de mi ventana, donde
sea, pero que sea una jacaranda, por
favor.
Apr 11, 2013
El color de las jacarandas
Verán, en cuanto los vi
por la ventana del autobús en el que viajaba, me hipnotizaron. Mirar por la
ventana y apreciar el horizonte hace placenteros los viajes. Fue así como los
vi, y fue así como quise saber enseguida cómo se llamaban. Pregunté a las
personas y nadie supo responderme. Y me sentí triste, no sé si su desinterés se
debía a la costumbre de verlos todos los días o es que definitivamente la gente
no sabe apreciar la naturaleza que les rodea; pero algunos intentos más tarde
supe sus nombres: jacarandas.
Aquellos árboles inmensos de flores moradas se llamaban jacarandas y quedé perdidamente enamorada de su belleza y de cómo
hacían lucir la ciudad.
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