Y
bien lo decía yo, era demasiado bueno para ser verdad. ¿En serio creíste, dulce
niña, que todo marcharía tan perfecto como al principio, como aquellos días en
los que verse y hablar no tenían nada de malo? Pues ya ves que no. Ahora todo se
ha complicado, es un maldito desastre. La distancia les separa, y aun algo más
difícil que eso, tus padres tienen la maldita idea de que él no es bueno para
ti y debes alejarte. Bien, ¿cómo te opones a eso? Tener los 18 años de edad no
te permite hacer lo que quieras, como todo el mundo se expresa.
−No
pueden prohibirte nada, ya eres mayor de edad.
Patrañas.
Mientras sigas viviendo bajo su techo, dependiendo de ellos, debes obedecerles.
Lo sabes bien. Y aunque te encuentres desesperada, aunque quieras salir huyendo
de toda esta porquería y encontrarte simplemente con sus brazos abiertos,
dispuestos a refugiarte, no puedes. No
puedes. Porque por mucho que te amarguen los días con sus prohibiciones sin
sentido, siguen siendo tus padres.
Yo
no sé qué decirte. No soy muy buena en esta clase de situaciones, pero te
entiendo. Entiendo la impotencia que sientes. Entiendo tu coraje. Entiendo tu desesperación.
Puedo
ver en tus ojos que le quieres, que le quieres en serio, no me equivoco
¿cierto? Pues entonces no te rindas, no dejes que tus padres arruinen algo que
por tanto tiempo anhelaste tener y al fin tienes.
No
será fácil, por supuesto que no. Será pesado y doloroso. Se necesita mucho
valor para sacarse del corazón el montón de reclamos y malas palabras hacia tus
padres que tanto has tenido que tragarte por las injusticias que cometen
contigo. Pero vamos, al final de cuentas, valdrá la pena, ¿no lo crees? Aunque tu
vida esté patas pa’ arriba, le tienes a él. Están juntos. Y es lo
que importa. Tuvieron que pasar casi diez años para esto, no puede terminarse
en tan poco tiempo… No puede.
No comments:
Post a Comment