Estaba loca, joder, estaba loca. Tenía en su cabeza una locura preciosa. ¿Cómo no iba a perder la puta razón por ella? (Elvira Sastre)

Nov 12, 2012

Y le brilla el mundo cada vez que le ve


Te sientas en aquella esquina y decides esperar. Has tenido muchos días malos últimamente y lo que menos quieres es frustrarte más de lo que ya estás. Por eso optas por aquella distracción. La música de siempre en tus oídos y la misma mirada perdida te acompañan. La gente pasa y pasa y te resulta indiferente, sólo hay una cosa que te importa en esos momentos: verle. Tus amigos llegan, se sientan a tu lado y comienzan a hablar. No estás interesada, pero sabes que no es correcto ignorarles, y haces caso, asientes con la cabeza y sueltas una que otra palabra, pero sin apartar la mirada del otro extremo del patio.
En medio de aquella lluvia de noviembre, te brilla el mundo. Por fin llega. No traes los lentes contigo pero no son necesarios, ese caminar lo conoces perfectamente y es imposible confundirle con alguien más. Le miras detenidamente con ojos bonitos, ¿se cortó el cabello? ¿Y esa mochila es nueva?, piensas.
Sólo sigues con la mirada cada paso que da. Te has olvidado completamente de quien estaba a tu lado hablando y todo tu mundo ha girado en torno a aquella persona. No es tu culpa, no es algo que puedas controlar. Pero una vez que desaparece de tu vista, regresas. Ahora te sientes culpable, seguramente tus amigos se han dado cuenta de tu momentánea perdición y no quieres que sientan que no te importan. Así que les miras y sonríes, y pones especial atención a lo que ahora te dicen. Quizás se pregunten qué te ha pasado, o quizás ni siquiera les interese, pero sea como sea, no quieres decirlo. Quererle como le quieres no es algo que te haga sentir orgullosa… pero al menos le inyecta un poco de emoción a esos días tan monótonos.

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