Estaba loca, joder, estaba loca. Tenía en su cabeza una locura preciosa. ¿Cómo no iba a perder la puta razón por ella? (Elvira Sastre)

Apr 15, 2012

Todo siempre tiene un final

Me gustaría contarte cómo fue que comenzó todo.
Sabía tu nombre y te había visto en ciertas ocasiones, pero no recuerdo haberte dirigido la palabra alguna vez. Sabía quién eras, pero no te conocía, y lo cierto es que no tenía ningún interés en conocerte.
Pero entonces, un día, sonreíste por un comentario estúpido que le hice a un amigo y provocaste en mi interior algo que hacía ya un tiempo que no experimentaba. Vi por primera vez esa sonrisa resplandeciente que se escondía detrás de tus labios y se me aceleró el pulso y me atonté.
Nunca he creído en el amor a primera vista, pero cuando vi tu sonrisa y vi en serio, detalladamente, lo desaliñado de tu pelo, la palidez de tu piel y lo hipnotizador de tu mirada, sentí algo… y ya no pude parar. Ya no pude dejar de querer mirarte, de cruzarme en tu camino, de apreciar tu sonrisa y de formar parte de tu vida.
Me pesa admitirlo, pero enamorarme de ti fue demasiado fácil. Tan fácil que no te costó nada lograrlo, la realidad es que tú ni siquiera te diste cuenta.
Pero la culpa de todo la tuve yo. Por creer que tus constante saludos con la mano y tus sonrisas amables significaban algo más que sólo gestos cordiales. Fui yo la que te convertí en aquella motivación para levantarme cada mañana y asistir a la escuela. Fui yo la que inventé historias en mi cabeza y me aficione demasiado por tu simpatía y tu timidez.
Pero sabes, fue bonito mientras duró. Fue bonito volver a sonreír por una sonrisa y emocionarse por una posible mirada… y fue bonito haber creído que existía la posibilidad de que pudieras llegar a quererme de esa manera en que yo comenzaba a hacerlo contigo.
Fueron ciento cuarenta y siete días los que fuiste el dueño de mis pensamientos y el causante de la mayor parte de mis desánimos, porque después de eso, me cansé de quererte y me propuse dejar de sentir todo eso.
No fue sencillo, sobre todo porque asistes a la misma escuela y aunque trataba de evitar que te cruzaras en mi camino, de alguna u otra manera, aparecías. Pero hoy, me satisface contarte que todo aquello que comenzó con tu sonrisa y que estúpidamente yo misma lo hice más grande sin fundamentos algunos, ya no existe más. Es agradable verte y no sentir los nervios de siempre ni escuchar cómo retumba de loco el corazón. Es agradable verte y no sentir nada, absolutamente nada.

1 comment:

  1. Hola amiga, el fin de una etapa es el comienzo de otra. Todo final te abre una nueva puerta, es cuestión de saber aprovecharlo y enfocarlo para aprovechar nuevas circunstancias.

    Me siento identificado en parte con lo que dices, pero ante todo, optimismo, siempre :)

    Está comprobado que el optimismo y la ilusión alarga la vida.

    Gracias por el artículo,
    Un saludo,
    Francisco M.

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