Estaba loca, joder, estaba loca. Tenía en su cabeza una locura preciosa. ¿Cómo no iba a perder la puta razón por ella? (Elvira Sastre)

Mar 24, 2012

Una vez perdí un libro

Ayer estuve en un pequeño rincón de mi escuela que trajo a mi mente ese día.
Ese día que abandoné la lectura porque apareciste , y porque te quedaste ahí, a unos cinco metros de distancia, los suficientes para no poder hacer otra cosa más que verte y verte, y verte.
Ese día que dejé mi preciado libro sobre una roca y me animé a jugar con mis amigos sólo para que, por lo menos por un segundo, te percataras de mi presencia.
Ese día que, sin éxito, intenté prestar atención al discurso “declaro la guerra en contra de mi peor enemigo…”, para evitar que cuando llegara mi turno de gritar STOP!, nadie se alejara tanto, y  así llegar fácilmente a alguno de ellos, y salvarme.
Ese día que continué ahí porque, aunque era pésima y llevaba muchos hijos a mi cargo, el juego terminó convirtiéndose en un pretexto para seguirte teniendo cerca de mi vista.
Ese día que deseé con todas mis fuerzas que el tiempo pasara lento, muy, muy lento.
Ese día que me enojé cuando mi celular sonó al recibir una llamada que me avisaba que el maestro de mi siguiente clase había entrado al salón.
Ese día que maldiciendo por la gran oportunidad de verte que estaba perdiendo, corrí para evitar un retardo más a la gran lista de retardos que acompañaban mi nombre.
Ese día…
Que me dolió en el alma haber perdido el libro que desde hace un largo tiempo llevaba trasladando, pegado a mi pecho, a cualquier rincón de la escuela donde pudiera disfrutar de cada una de sus páginas y de cada una de sus palabras. El libro que en ese entonces leía. Un libro.
Un libro de no más de doscientas páginas que me transportaba a un lugar fuera de la realidad y me olvidaba de cada cosa del mundo real que intentaba evitar. Un libro.
No sé porque precisamente hoy pienso en ese día…
Ese día que una vez más, me atonté con tu presencia, que todo giró en torno a ti y que las cosas perdieron la importancia que siempre tenían.
El libro no es más de mi propiedad.  , nunca lo fuiste, y no quiero decir que las personas puedan poseerse, sino que en tu corazón nunca hubo un espacio para mí.
El libro me sumergía en otro mundo, distante, impreciso, donde había una historia, y donde yo la apreciaba desde primera fila. Tú, me sumergías en un universo donde eras el centro de todo…
Muy parecido, ¿no?
El libro, posiblemente se encuentre en manos de alguien más y sea disfrutado por alguien más, lo cual me alegra, pues los libros están hechos para eso. , posiblemente te conviertas en el mundo de una nueva persona, pero me atrevo a decir que por ahora no creo que nadie sienta lo que yo sentí por ti. Sólo por ahora…
Pero qué más da.
Ese día perdí un libro que hacía tiempo me habían regalado, pero no se compara con los tantos días que me perdí de alguna mínima pizca de tu atención, de tus holas, de tu sonrisa cordial
Como ese libro, hay miles más. En cualquier librería encuentro uno igual, con las mismas letras, las mismas palabras, las mismas páginas.
Como , ninguno. Así nada más. Creo haber conocido tu portada, tu contraportada y tu prólogo, pero nunca, nunca, tuve la oportunidad de conocer tu interior, que como con los libros, es lo que más me interesaba… y me interesa.
Y si me preguntan, hasta el día de hoy tú sigues siendo uno de mis libros favoritos, aquél que me transporta a un mundo maravilloso inigualable, que me saca millones de sonrisas, que me provoca millones de emociones.
Aquel libro al que nunca he podido acceder completamente…

1 comment:

  1. Escribes genial!=O me gusta la comparación de él con un libro, :)

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