Tengo la mala costumbre de
adelantarme siempre a las cosas, de dar por ganada la batalla en el mismo
instante en que consigo un punto a mi favor, por más estúpido o insignificante
que sea. Debí saber que solo era cuestión de tiempo… Todos estos años he aprendido
que eso de cerrar círculos, capítulos,
darle vuelta a la página, o como quieran llamarle, definitivamente no es mi
fuerte. No soy alguien que olvide o supere rápidamente las cosas. Pero siempre
hago lo mismo, olvido mi realidad, me siento victoriosa de inmediato sin
verdaderos fundamentos.
Debí saber que solo era cuestión
de tiempo. Que el nerviosismo no me abandonaría tan pronto ni que las mariposas
al fin se marcharían permitiéndome despedirlas con una sonrisa de satisfacción:“hasta pronto, fue un placer compartir de
nuevo un sentimiento, pero ya no más, algún día volverán a llenar mi estomago,
pero por otro nombre y otro cuerpo diferente".
Debí saber que el hecho de que no
hubiesen aparecido la primera vez que surgió la oportunidad no implicaba su
ausencia definitiva. Debí saber que seguro esperaban el momento adecuado para
atacar. Y lo hicieron. Atacaron. Se adueñaron completamente de mi cuerpo y me
paralizaron, como siempre, como la primera vez.
Debí haberlo prevenido. Debí
evitar por todas las formas caminar sola ese día y escuchar mi música de enamorada, porque cuando estoy sola soy
más débil de lo normal. Débil y vulnerable, sobre todo si se trata de esa
sonrisa y de esa mirada.
Y
ahora, ahora no puedo sentir nada más que decepción…
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